Hace algunos años estábamos sorprendidos con las inundaciones de la provincia de Santa Fe y Buenos Aires, muchos de nosotros pensábamos de dónde saldría tanta agua. Se perdieron muchas cosechas, ganado, viviendas, vidas. Se vio profundamente afectada nuestra economía agropecuaria, habiendo pensando que quizás, esa sea una de las mayores pérdidas de nuestra historia.
Hoy sabemos, y no sin pesar, que nos equivocamos. Las sequías pronosticadas para el 2009, y las que ya estuvieron sufriendo muchos suelos, plantas y animales en el año anterior no vislumbran un mejor panorama. Se han invertido muchos miles para contrarrestar el efecto del incansable sol que evapora las aguas sobre los cultivos intensivos y sobre el ganado. Pero nada puede hacerse sobre los extensivos, ya que el costo de los sistemas de riego, por ejemplo, es demasiado elevado como para ser rentable.
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